El virus de la COVID-19 tiene un sorprendente efecto beneficioso sobre las células del cáncer

Se ha comprobado que la infección grave por COVID-1 induce la aparición de unas células que podrían servir como tratamiento contra el cáncer. Pero, ojo, eso no significa que debamos buscar infectarnos. Mucho menos los pacientes oncológicos.
26 de noviembre de 2024 por
Jiovanny Morales
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Con todo lo malo que nos ha dado la COVID-19, ya era hora de que también nos regalase algo bueno. Sabemos mucho sobre sus efectos perjudiciales, ¿pero podría tener algún efecto beneficioso? Puede que sí. Y es que, según un equipo de científicos de la Universidad Northwestern, podría ser clave para el desarrollo de un nuevo tratamiento contra el cáncer, debido a que la infección grave con el virus del SARS-CoV 2 ha mostrado reducir el tamaño de los tumores en ratones. 

¿Significa eso que las personas con cáncer deben buscar infectarse? Por supuestísimo que no. Para empezar, es un procedimiento que solo se ha probado en ratones, por lo que aún queda comprobar si se puede extrapolar a humanos. Es posible que sí lo haga; pero, incluso así, no significa que la infección sea beneficiosa. El tratamiento contra el cáncer se basaría en la imitación de la infección, pero no en la infección como tal.

Debemos recordar que los pacientes oncológicos son especialmente vulnerables a los efectos de la COVID-19. Una infección grave quizás podría reducir el tamaño de sus tumores, pero también podría ser mortal. Debemos dejar que los científicos se encarguen de buscar la forma de convertir este hallazgo en un tratamiento contra el cáncer. Mientras tanto, veamos en qué consiste dicho descubrimiento.

Células que no se doblegan ante el cáncer

El sistema inmunitario incluye a todas las células que se encargan de proteger a un organismo de posibles ataques. Generalmente se trata de ataques externos, como una infección viral o bacteriana. Sin embargo, también pueden combatir peligros internos, como las células que se empiezan a dividir descontroladamente hasta transformarse en tumores. 

El problema es que los propios tumores, una vez que se forman, pueden secuestrar a algunas de esas células del sistema inmunitario y utilizarlas para su propio beneficio. Ocurre, por ejemplo, con un tipo de glóbulos blancos, llamados monocitos. Las células tumorales los secuestran para que no solo no las combatan, sino que además las protejan del resto de células inmunitarias. Con el típico símil bélico que se suele usar para hablar del sistema inmunitario, el enemigo vuelve a un soldado en contra de su propio ejército.

Cuando un virus infecta nuestras células, también se generan monocitos que acuden a combatirlo. Son monocitos similares a los que atacan al cáncer. Pero en el caso del virus de la COVID-19 pasa algo especial. Se ha visto que los monocitos que se generan como respuesta a una infección grave, no pueden ser secuestrados por los tumores. Siguen teniendo su función, tanto frente al ataque del virus de la COVID-19, como para enfrentarse a las células tumorales.

¿Un nuevo tratamiento contra el cáncer gracias a la COVID-19?

Para comprobar si estos monocitos tan especiales podrían inspirar un tratamiento contra el cáncer, los autores del estudio que se ha publicado recientemente llevaron a cabo un experimento con ratones. Utilizaron roedores con distintos tipos de tumores avanzados en fase IV. Había ratones con melanoma y otros con cáncer de pulmón, mama o colon. 

Todos ellos recibieron un medicamento que imita la respuesta inmunitaria de una infección grave por el virus de la COVID-19. Esto es importante, ya que no se introdujo el virus. Simplemente se estimuló una respuesta similar a la que se produce durante la infección.

Esta respuesta, por supuesto, contenía también esos monocitos que no se doblegan ante los tumores. Como cabía esperar, no lo hicieron. Las células tumorales no pudieron secuestrarlos. Pero eso no fue todo. Estos monocitos fueron capaces de migrar hacia el tumor, algo que pocas células inmunitarias pueden hacer. Una vez allí, marcaron las células para su destrucción y reclutaron a las natural killer, otras células inmunitarias que, como su propio nombre indica, se encargan de asesinar a las amenazas. 

Todos los tumores de los ratones se redujeron gracias a los monocitos de la COVID-19. Solo quedaba saber si este mecanismo podría convertirse en un tratamiento contra el cáncer en humanos.

Aún faltan ensayos clínicos

Para saber si todo esto es viable como tratamiento contra el cáncer habría que realizar ensayos clínicos con humanos. En estos se analizarán tanto la seguridad del procedimiento como su eficacia.

Si se demuestran resultados tan buenos como los obtenidos en ratones, todo esto podría convertirse en una gran alternativa para la inmunoterapia convencional contra el cáncer. Estos tratamientos se basan en el uso de otros componentes del sistema inmunitario: las células T. Son procedimientos que, por lo general, solo resultan eficaces en un 20%-40% de los pacientes. Por eso, los autores de este nuevo estudio creen que los monocitos de la COVID-19 podrían ser una buena alternativa para ese 60%-80% restante.

Habría que ver cómo imitar la infección del virus. Se ha comprobado que las vacunas actuales contra el coronavirus no serían suficientes, ya que no se incluye todo el ARN viral y las secuencias que se incluyen no estimulan la formación de monocitos. Pero seguro que hay otras alternativas. El camino será largo y no sabemos si se podrá finalizar; pero, al menos, los primeros pasos han sido muy provechosos. 



Jiovanny Morales 26 de noviembre de 2024
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